A medida que se acerca una nueva edición del Christopher Street Day (CSD), en GLAY – Gay and Lesbian Associates of Yumbo – consideramos esencial hacer una pausa, reflexionar y recordar los orígenes de este día. Aunque hoy en día los eventos del Orgullo brillan con celebración, música, color y alegría, la base de lo que hoy conocemos como Pride se encuentra en la resistencia, la lucha y la exigencia de dignidad humana básica.
El Christopher Street Day no es solo un desfile. Es una conmemoración de un momento histórico clave en el movimiento por los derechos LGBTQIA+. Nos recuerda que las libertades de las que hoy disfrutamos no nos fueron concedidas – fueron conquistadas. Y esas batallas fueron lideradas por una comunidad diversa en su conjunto.
La chispa: Stonewall, 1969
Todo comenzó en una calurosa noche de verano, el 28 de junio de 1969, en la ciudad de Nueva York. El Stonewall Inn, un bar modesto situado en Christopher Street, en Greenwich Village, era uno de los pocos espacios seguros para las personas LGBTQ+ en una época en la que simplemente mostrarse públicamente como queer podía significar detención, pérdida de empleo o algo peor.
Las redadas policiales en bares gais eran algo habitual. La corrupción, la violencia y la discriminación sistemática eran una realidad diaria. Pero aquella noche, algo cambió. Cuando la policía volvió a irrumpir en el Stonewall Inn, las personas presentes –cansadas de la humillación, la brutalidad y la invisibilización– dijeron basta.
La redada se convirtió en una revuelta. No fue planeada. Fue una explosión de emociones y de agotamiento colectivo. La multitud aquella noche era increíblemente diversa: hombres gais, muchos de ellos jóvenes, de clase trabajadora y con experiencia callejera, artistas drag, lesbianas butch (mujeres con expresión de género masculina que desafiaban las normas), y personas trans, en especial mujeres trans negras y racializadas que llevaban años siendo blanco de la violencia policial.
Todos estos grupos –cada uno con su propia experiencia de marginación– se alzaron juntos en resistencia. Ningún grupo lideró la revuelta por sí solo; fue un acto espontáneo de solidaridad de una comunidad que había sido empujada al límite.
Dolor y símbolo: la muerte de Judy Garland
No se puede hablar de junio de 1969 sin mencionar el duelo que pesaba sobre la comunidad queer de Nueva York. Solo una semana antes del levantamiento, falleció Judy Garland –ícono querido por los hombres gais, cuya música, vulnerabilidad y fuerza habían marcado a toda una generación.
Su muerte el 22 de junio y su funeral el día 28 –la misma noche del primer enfrentamiento– dejaron una profunda tristeza en los bares LGBTQ+ de la ciudad.
Muchos habituales del Stonewall Inn acudieron a verla por última vez y quedaron devastados. Algunos de los presentes aquella noche recordaron después haber oído gritos como “¡Esto es por Judy!” durante los choques con la policía. Ya fuera símbolo o coincidencia, la muerte de Garland quedó emocionalmente ligada al levantamiento.
Hoy, su foto sigue colgada en el Stonewall Inn, donde muchos la llaman cariñosamente “la madre del Orgullo”.
Por qué el CSD sigue siendo necesario
El Christopher Street Day –conocido en muchos lugares simplemente como Pride– se ha convertido en una celebración global de la identidad queer, la resiliencia y la liberación. De Berlín a São Paulo, de Nueva York a Ciudad del Cabo, los eventos del Orgullo reúnen cada año a millones de personas en una muestra poderosa de visibilidad y comunidad.
Pero incluso mientras celebramos, es fundamental recordar que el Orgullo sigue siendo profundamente político. No se trata solo de banderas o desfiles – se trata de resistencia, dignidad y lucha continua por la igualdad.
Sí, el matrimonio igualitario es legal en muchos países. Sí, las leyes protectoras avanzan. Pero la lucha está lejos de terminar:
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Los delitos de odio contra personas LGBTQIA+ van en aumento en muchas partes del mundo
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Los derechos trans están siendo atacados sistemáticamente en diversos sistemas políticos
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Las “terapias” de conversión siguen siendo legales en demasiados países
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La juventud queer sigue enfrentando mayores riesgos de sinhogarismo, discriminación y problemas de salud mental
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En más de 60 países, ser LGBTQIA+ sigue estando penalizado – en algunos, con la pena de muerte
El Orgullo no debe perder jamás su raíz activista. Debe seguir siendo un llamado a la acción, un espacio para exigir justicia y un mundo donde nadie sea dejado atrás.
Por qué en GLAY no olvidamos
Aquí en Maspalomas, donde millones de personas viajan cada año para experimentar libertad LGBTQ+, es fácil olvidar lo mucho que costó llegar hasta aquí. Pero lo sabemos: estamos de pie sobre los hombros de quienes vinieron antes.
GLAY es más que un grupo comunitario. Somos defensores, oyentes, constructores de puentes y guardianes de la memoria. Honramos el legado de los disturbios de Stonewall cada vez que alzamos la voz por quienes no pueden hacerlo. Cada vez que defendemos la inclusión en nuestros espacios, el respeto en nuestros eventos y la dignidad en nuestra comunidad.
Te invitamos a leer también nuestro artículo complementario: Por qué la solidaridad, la visibilidad y el apoyo político a las personas LGBTQIA+ importan más que nunca
El legado que llevamos
Hay una razón por la cual el Stonewall Inn se ha convertido en un símbolo mundial. Y una razón por la que el nombre Christopher Street Day sigue resonando en las marchas del Orgullo por todo el planeta.
Fue un momento de ruptura. Una grieta en el muro de la opresión. Desde entonces, la gente comenzó a organizarse, a marchar, a alzar la voz. La primera marcha del Orgullo tuvo lugar un año después, en junio de 1970. Lo que comenzó como protesta se transformó en un movimiento global.
Hoy celebramos el Orgullo en lugares donde antes decir “soy gay” era tabú. Tenemos aliadxs en la política, los medios y los negocios. Pero no podemos permitir que la comodidad nos lleve a la indiferencia.
La lucha continúa
Cuando marchamos, lo hacemos:
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Por quienes aún no pueden hacerlo
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Por las personas queer en países donde el Orgullo está prohibido
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Por las personas trans a quienes se niega acceso a la salud y a la dignidad
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Por las personas no binarias que siguen siendo invisibles en leyes y sociedades
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Por personas racializadas que sufren múltiples formas de discriminación
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Por personas LGBTQIA+ que buscan asilo huyendo de la persecución
El Orgullo no es solo una fiesta. Es una promesa: no olvidaremos, no callaremos, y no dejaremos a nadie atrás.
Palabras finales de GLAY
En GLAY creemos que la comunidad se construye recordando juntxs. Ser orgullosxs de lo que somos también significa honrar a quienes nos precedieron, y lo que soportaron para que nosotros hoy podamos vivir con mayor libertad.
Nunca olvidemos: el primer Orgullo fue una revuelta. Comenzó con resistencia, no con carrozas. Su objetivo no era visibilidad superficial, sino derechos y dignidad.
Este CSD, estamos presentes. En memoria. En honor. En resistencia. En amor.
Recordamos. Resistimos. Nos levantamos.
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